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ARTZE ANAIAK
GOIKOTXEA/ZUAZNABAR
BELTRAN ANAIAK
MODERNES


TXALAPARTA  
Instrumento de musica del Pais Basco

TXALAPARTA
por Juan Mari Beltran


 Los hermanos Goikoetxea

La apariencia de la txalaparta no ha sido la misma siempre ni en todos los lugares. En lo que a la apariencia de la txalaparta tradicional respecta, la más frecuente es la siguiente: Dos soportes; cestos o canastos colocados boca abajo, sillas o bancos. Sobre ellos, algo que sirva para aislar; hojas de maíz, hierba seca, sacos viejos,... Sobre ellos, colocado horizontalmente, una tabla de aproximadamente dos metros de largo, veinte centímetros de ancho y seis centímetros de grosor. Los soportes se colocan aproximadamente a una quinta del extremo de la tabla. Cuatro palos para tocar. Su longitud y apariencia suele ser diferente según el lugar. Respecto a la longitud, los de los Zuaznabar de Lasarte tienen 52 centímetros, los de los Goikoetxea de Astigarraga tienen 60 y los de los caseríos de Billandegi 88. En los tres casos los palos son de forma cónica-troncal. Forma de tocar: Cada uno percute con sus dos palos sobre la tabla colocada horizontalmente (y aislada, para que no se pierda la resonancia), de arriba abajo y sujetando los palos verticalmente. Los instrumentistas suelen ser dos, y la música se compone entre ambos. El interprete recibe un nombre diferente según el lugar: ttakuna herrena tukutuna urguna Tal y como dichos nombres señalan, cada interprete tiene su propia función. Uno establece el orden-equilibrio, mientras el compañero intenta romper lo establecido, creando el desorden-desequilibrio. Y así, haciendo y deshaciendo el ritmo a lo largo de la interpretación, se acelera cada vez más hasta llegar a un orden-equilibrio irrompible. La txalaparta tiene unas normas de interpretación, y pese a ser muy estrechas, los interpretes gozan de gran libertad para poder utilizar su imaginación y su capacidad de improvisación. Uno de los interpretes hace lo que se denomina "ttakun" o "tukutun", percutiendo dos golpes continuamente, y el compañero percute lo que se denomina "herrena" o "urguna" entre los golpes dobles ejecutados por aquél. Es el "herrena" quien realiza todos los juegos y cambios, introduciendo en el ritmo tanto dos golpes, como uno, como ninguno, y creando diferentes combinaciones. Existen otras posibilidades de hacer música: a la postre, jugar con el "timbre", "tono", intensidad y velocidad del sonido.

¿Dónde se ha utilizado Esta tradición estuvo muy presente antaño en la zona de San Sebastián-Urumea, más concretamente en lugares como Lasarte, Usurbil, Hernani, Ereñotzu, Urnieta, Altza-Intxaurrondo, Astigarraga, Ergobia y Andoain. Siempre hace su aparición en el entorno o ambiente rural y está estrechamente relacionado con su modo de vida. En la década de los sesenta, no había muchas parejas, y las que había provenían de la citada zona de San Sebastián-Urumea, concretamente de lugares como Lasarte, Hernani, Astigarraga, Ergobia y Altza. Si bien lo que sabemos sobre txalaparta lo hemos aprendido en todos esos lugares, no podemos olvidar que en todos ellos nuestros informadores y principales maestros fueron Migel y Pello Zuaznabar del caserío Sasoeta de Lasarte y los hermanos Asentsio y Ramón Goikoetxea del caserío Erbetegi-Etxeberri de Astigarraga.

¿Cuándo y para qué se ha utilizado? Su utilización ha estado unida a las tareas de los trabajos vecinales y a las celebraciones; eso sí, siempre en clave festiva. En la zona de San Sebastián-Urumea, los habitantes del lugar han conocido aún viva esta costumbre para los trabajos vecinales de elaboración de sidra. Tras atizar la manzana, los que habían trabajado en ello celebraban una fiesta mediante una cena. Tras la cena, la gente empezaba a animarse, también a cargarse de líquido, y era entonces cuando se preparaba allí mismo la txalaparta. Normalmente se preparaba fuera, en la entrada y enseguida se ponían a tocarla. Daba comienzo una nueva fase de la fiesta; hasta entonces se había desarrollado con los comensales que estaban en la casa, y partir de ese momento se desarrollaría con ellos y con todos aquellos que tras escuchar la txalaparta se acercaran al lugar, sobre todos jóvenes de los caseríos de los alrededores. Dicen que la txalaparta se oía en un radio de 5 kilómetros y muchos de los que vivían dentro de ese radio acudían a la fiesta. Según cuenta Ramón Goikoetxea, La tabla que elegíamos para tocar la txalaparta cuando hubiese que machacar la manzana en el lagar solía estar mojada, húmeda, y la solíamos poner en el tejado para que se secara, para que tuviera un mejor sonido. A su vez, la gente lo veía, sabiendo así que pronto iba a haber una fiesta. La gente estaba pendiente, pese a que todos sabían cuando se iba a celebrar la correspondiente fiesta en Erbetegi-Etxeberri. Y así discurría la fiesta, entre saltos y voces, bebiendo sidra y tocando y oyendo la txalaparta hasta que se hacía de día. Como puede apreciarse, también había fiestas que duraban toda la noche en otros tiempos, y no debían ser fiestas cualquiera, ya que las noches de esa época del año suelen ser largas y duras. Para comprender el ambiente festivo que allí se vivía, citamos a continuación una anécdota que cuenta R. Goikoetxea: Nuestro abuelo pasaba por debajo de la tabla curvándose hacia atrás, mientras mi hermano y yo tocábamos. Migel Zuaznabar nos contó cosas muy parecidas sobre estas fiestas en torno a la sidra, y para comprender el ambiente que rodeaba a la txalaparta, nos ilustró con otro evento de aquel tiempo. En cierta ocasión, se celebró una cena de quintos en un restaurante de Lasarte, y una vez terminada la misma, se les ocurrió tocar la txalaparta, pero no tenían a mano elementos para poder montarla. ¿Qué hacer? Desmontaron la caseta del paso a nivel del ferrocarril San Sebastián-Bilbao, montaron la txalaparta con el material de la misma y comenzaron a tocarla afanosamente. Hay otros componentes que son empleados junto con la txalaparta. Los Zuaznabar de Lasarte, por ejemplo, tocan el cuerno antes de cada actuación. La txalaparta presenta más particularidades. En todas las referencias escritas y en todos aquellos casos en directo que hemos tenido ocasión de conocer, se ha tocado siempre por la noche. Tanto en fiestas en torno a la sidra, como en celebraciones nupciales y otras fiestas. Las únicas excepciones son las actuaciones ofrecidas durante estos últimos años por los veteranos txalapartaris fuera de su contexto original y a modo de exhibición.

Esta cuestión merece un profundo estudio, pues a nuestro entender no es casual que ocurra lo mismo con otras tradiciones parecidas a la txalaparta que nos son conocidas a lo largo y ancho del mundo.